Pues porque sí

¡Porque hay males que ya llevan milenios!

¡Porque son mejores cien pájaros volando!

¡Porque incluso en literatura, nada está escrito!

May 31, 2011

Elogio a la (de)cadência

Cruzado el umbral de los treinta y sin haber hecho nada meritorio ––como suicidarse o morir estrepitosamente en los veintes––, más allá de las reflexiones sesudas, autoinculpaciones, y seguras frustraciones, surgen en la mente los recuerdos de aquellas sí meritorias glorias fugaces. Los casos sin embargo aparecen, desde esta atrevida ignorancia, demasiado sesgados hacia el panorama cultural gringo, o en su defecto anglófono: que Joplin, que Hendrix, que Vicious, que Marley, que Morrison, que Cobain, y digamos, y eso por su novela ¡Que viva la música!, que Caicedo. 
          Pero no se trata acá mis siete mil millones queridos potenciales amigos de repetir un obituario más sobre tan mentadas figuras, ni de entonarles elegías ilustres en versos endecasílabos. Se quiere, prosaicamente, brindarle tributo al músico rebelde, al aburguesado anhelante de decadencia y bohemia, quien fuera una de las figuras principales en el surgimiento de la samba: Noel Rosa. Así pues, cuál rockanrolles, punkes, rapers u otras dizque manifestaciones musicales autodestructivas: para decadente, y pese al subgénero de la "samba exaltação", que pase nuestra cadente "samba decadência".
          Noel Rosa, con ese nombre que parece artístico, tan poco punk como tan poco samba, no tuvo una vida ni medianamente flórida. Nacido enfermizo y medio deforme a comienzos de siglo XX en Rio de Janeiro, y habitante de la Vila ––y no del Morro, asumiendo que este juego binario ya ofrece suficiente información, de este su servidor––, despertó desde joven una inclinación especial por la música, la escritura de canciones y, como todo gran talento prematuro, bla, bla, bla. De otro lado, se aficionó a las putas desde los trece años y seguidamente le sumaría el alcohol, el cigarro, la noche y vaya uno a saber qué más y su biografía ligera no revela. De allí en adelante en su vida no paró con ninguna de sus aficiones, en las que sin duda se incluye la música. Intentó conciliar relaciones amorosas burguesas pero a lo más que llegó fue a casarse, tener sólo una querida obrera ––muy punk, dirían algunos–– y sólo una amante cabaretera, todas al mismo tiempo. El gran amor de su vida, sin embargo, parece haber sido la muchacha de risa loca. En conclusión, se la pasó de parranda y de excesos carnales y generales y murió a los 26 años, luego de una prolífica carrera, consumido por una tuberculosis que sin duda la bohemia no alivianó (como no aliviana en nuestros días, hemos constatado, ni a los enfermos de sida, los depresivos patológicos ni mucho menos a los académicos reprimidos). Murió pues dejándole a la memoria de youtube un buen número de sambas, graciosas algunas, críticas y ácidas muchas otras, pero en su gran mayoría nostálgicas.
          Entonces, para evocar mejor las frustraciones y amarguras que se han ido acumulando hasta estos treintas, que sea su gago enamorado, en su "Gago apaixonado", quien nos martille el seso con el recuerdo de todas esas palabras que finalmente, como en nuestro caso, nunca salieron. 

                  

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