Pues porque sí

¡Porque hay males que ya llevan milenios!

¡Porque son mejores cien pájaros volando!

¡Porque incluso en literatura, nada está escrito!

November 21, 2011

Intimidades

Para pocos es un secreto que soy gay ––aunque ante algunos que se hacen los ciegos no he salido plenamente de la celda. Muchos están al tanto de mis ya prolongados problemas con el alcohol, y ni hablar de mis notorios devaneos con todo tipo de drogas moralmente consideradas “duras” y de algunos impulsos que se han ido más allá de la simple recreación. Permanecer fiel a uno mismo tiene su precio, y más costoso aun cuando “uno mismo” es una mezcolanza de deseos, miedos y contradicciones.
              Con Mía hemos acordado que, pase lo que pase, ella continuará atendiendo la escuela y no desaprovechará esa beca en la facultad de artes. Es cierto que no hablamos de mi muerte, pero esta late diariamente en el hogar, en cada medicamento que tomo, en cada precaución alimenticia, en cada exceso de creatividad o arrojo que aventuro. Y si algo he aprendido, especialmente desde que me diagnosticaron VIH positivo hace veinte años, es que la cercanía con la muerte es ante todo una fuente de vida, de calor, un corrientazo si se quiere.


              En una ciudad en apariencia tan liberal como Los Angeles, adoptar una niña, una niña negra, no ha sido fácil. Tampoco ha sido fácil para Mia ser la hija de un hombre soltero blanco, gay militante, sesentón, exalcohólico, y etcétera etcétera. En esta sociedad pretendidamente convencional y suciamente puritana para nadie sería fácil. Pero Mia es una artista y una batalladora. Tanto su historia personal como su educación la ubican en un escenario excepcional, en el paradigma de lo superhumano si se quiere. Ya desde muy niña condescendió a visitar a su único tío en la cárcel, mi hermano y único pariente, sin dejarse amedrentar por su condena de homicidio culposo. Hay quienes se ven envueltos en circunstancias en las que deben matar a un otro, y eso ni Mia ni yo lo defendemos o culpamos. Creativa, analítica, bella y saludable, y no exenta de algo de vanidad y soberbia, a sus 17 años le ha dado por volverse vegana militante. Por el momento, digamos, hemos hecho un pacto mutuo de no agresión.
              Creo con firmeza que un hombre necesita que se lo follen, que las cárceles son un gran negocio no en beneficio de la sociedad, que gracias al catolicismo y su prohibición del condón el VIH se ha disparado así como el crecimiento de esta especie humana destructiva. Me cago en el starsystem de Hollywood y en todas sus mentiras constitutivas y me cago en las religiones monoteístas. Me gusta dar paseos tranquilos, ir a la playa de vez en vez, salir a comer con amigos y leer el periódico los domingos. Y más allá de mis preferencias, repito, a man needs to be fucked.
              Hay que vivir esa vida que queremos interpretar o representar así no sepamos cuál es, así sea para decir, ya a los sesenta años, que estuve un poco sobreactuado allí, un tanto desconcentrado más allá o por momentos demasiado melodramático. Yo, como el actor que soy de mi vida por excelencia, como el autor que soy, Michael Kearns, me concentré en mis propias producciones y así nació Intimacies. Un monólogo de cuatro voces que, más allá de mi voluntad, da cuenta de ese “uno mismo” nebuloso y por momentos lejano y que no es más que una pluralidad de deseos, miedos y contradicciones. 

              Y oh sí, ha valido su precio.