Pues porque sí

¡Porque hay males que ya llevan milenios!

¡Porque son mejores cien pájaros volando!

¡Porque incluso en literatura, nada está escrito!

December 31, 2011

Patty & Alfonso

Amor, i ve told you no hot sauce for me, no picante please, gimme that salsa por favor, increparía y concluiría ella en pésimo español y en una situación anodina, a lo que él respondería Cuál salsa, déjame cocinar tranquilo, además es sólo un poquito, a little, añadiría él en un inglés aún peor.   
            Se conocieron una tarde cualquiera en que ella necesitaba alguien que pintara su casa de color mostaza y él no tenía mucho por hacer y le llegó la voz del pequeño trabajo. A sus 34 años de edad y siendo pescador toda su vida, Alfonso no solía hacer nada diferenciado al común de sus amigos: cervezas en el pueblo, los partidos, ver por mujeres y la tele. Poco se interesó siempre por conocer otras latitudes o siquiera preguntarse por su existencia. Patty, cuando tenía su edad, era enfermera de cuerpos de rescate y había viajado medio mundo.   Ahora, décadas después, en busca de algo de retiro y tranquilidad, ya jubilada y con su merecida renta, se instaló en un pueblito costero diminuto y lejano en un país extranjero, huyendo del frío. Como tantos otros que como ella se van a poblar tierras más benignas y económicas al cambio de su moneda, pero como tantos otros que viajando se enamoran y se quedan.
            Huyendo del frío ella y él de sí mismo se encontraron, realizaron sus pequeñas transacciones laborales y luego de algunos flirteos, unas invitaciones más comprometidas y de ver que las cosas marchaban bien, se juntaron. O es decir, Alfonso se le juntó a Patty en su casa. La madre que no tuvo, el hijo que no tuvo. El hijo malcriado y amante protector; la madre abundante, benefactora y permisiva.
            Seis meses viviendo juntos y ya se hacían comunes los Alfonso, can you please come here for a second and do the dishes as you said you would, y los No, no, espérate un momento mujer que me estoy acá terminando este seviche, yo lavo los platos más tarde; o los But you said that half an hour ago Alfonso, you are always doing the same, i think i am loosing my paciencia, y otros tantos Oye Patty, no te pongas pesada, no molestes que está temprano, mejor tráete una cervecita y te sientas acá al lado. A lo que Patty, esa tarde cualquiera y anodina, iría a la nevera y tomaría una cerveza que llevaría a Alfonso acompañada de un beso, ejecutando un movimiento que de repente la haría décadas más joven.
            Tras muchísimos años de trabajar entre diez y once meses al año ahora Patty tiene todo su tiempo libre. Todo el tiempo libre para disfrutar con Alfonso que ahora también tiene todo su tiempo libre. Día tras día la vida se les va yendo, haciéndose compañía, riéndose, discutiéndose, imaginándose. Se toma bien, se come bien, se fuma bien y ambos juntos ejecutan un extraño balance, no por ello inarmonioso.

El día de hoy, sin embargo, no es un día cualquiera. Han preparado todo desde la víspera: que la ropa para varios días, que acondicionar esa vieja van de Patty, que llevar agua de repuesto y que el dinero extra que es un gasto inesperado en su renta mensual. Se han levantado más temprano y no han tenido tiempo de darse ese gusto perezoso del sexo matutino que tanto bien les hace y del que Patty ha venido aferrando sus dichas perdidas de la juventud. Alfonso i dont want to repeat this again but please make sure we got everything we may need for the trip and for your papers cause i have this suspicion that something will miss, tú entender querido, concluirá ella enfática con pésimo español ahora previendo los costos de la gasolina y los viáticos en caso de tener que regresar semanas después a hacer la misma diligencia. No te preocupes mujer que ya todo está listo, everything is ready, y mejor, mira a ver si sí me empacaste la ropa interior, mys clothes, responderá él con espíritu infantil y en un aun peor inglés.
            Hoy toman el viejo carro y se van rumbo al Sur, no porque el sur pueda ofrecer algo que él añore sino porque la burocracia local está al sur, en una pequeña ciudad a horas a distancia. Alfonso se dispone a tramitar su pasaporte, su primer pasaporte, con la esperanza de luego —¿quién quita? ¿por qué no?— conseguir un visado especial en un consulado, mucho más al sur, y luego dejarse llevar por Patty a su tierra: esa tierra inimaginada del frío, en ese país gélido y próspero del Norte. 

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